domingo, 28 de agosto de 2011

LA LINEA

Mario de niño llamó en una ocasión a una línea telefónica especializada en contar chistes, $20.00 más IVA el minuto, tardo 34 minutos atento a la grabadora que hablaba sin parar, el se reía y se doblaba de tanta felicidad; lo hico 5 veces en una semana hasta que sus padres se dieron cuenta, fue tal el regaño pero no lo volvió hacer hasta que…
Marta de niña en el colegio tenía una voz peculiar, entre ronca y dulce al mismo tiempo, esta la hacía especial entre las demás niñas, su apariencia física siempre fué gordita, tez blanca y cabello castaño obscuro. Representó a su escuela en el concurso de poesía coral, tenía un solo en el acto; lo más lejos que llegaron fue a la eliminatoria distrital, las demás niñas no eran expresivas al hablar, Marta, se sentía infinitamente libre al expresarse por medio de la poesía, se quedo con las ganas de seguir participando hasta que…
-¿En verdad quieres saber que tengo puesto?, es un abrigo corto, he salido de bañar y tengo frio, pero no quiero vestir mi pijama aún, estoy tan agusto solo con la ropa interior, es negra y tengo el cabello suelto-
Mario sintió enseguida como su sangre se encendía, había mordido el anzuelo y se había anclado a esta llamada que le costaría $49.90 más IVA el minuto, era la primer vez que llamaba a una línea sexual, hacerlo le traía recuerdos de su infancia cuando sentía gran placer al tomar el teléfono y solo reír, solo que en esta ocasión era un poco diferente su atracción a seguir en la línea.
- Dime tu nombre-
Marta siempre mentía con todos sus lejanos amantes, era lo que hacían las chicas en este negocio, inventaban personalides cuyo fin era excitar a su audiencia quienes llamaban para esto, lo hacía muy bien y disfrutaba al hacerlo.
- Soy Sandra pero tú me puedes decir Sandy, amor-
La voz de Sandy hipnotizaba a Mario, nunca antes él había escuchado una voz así de hermosa en su vida. El la trataba de ver en su cabeza a través de sus palabras, sostenía el teléfono de una manera nerviosa y entre más pasaban los segundos más fuerte lo apretaba, su saliva pasaba lentamente por su garganta al preguntar.
- ¿Cómo es tu cara?, descríbela, quiero imaginarla-
Ella siempre jugaba el papel de una morena delgada, con cejas finas y delgada nariz, talla 36 C de pecho. Sandra era para Marta una mujer perfecta, sin inhibiciones, capaz de seducir a cualquier hombre con una maestría insuperable, le encantaba se enamoraran de ella aunque fuera por solo una llamada.
-¿Qué haces en las tardes?
Siempre quiso estudiar fotografía, era su sueño frustrado, pero estudiaba el séptimo semestre de contabilidad por ser la profesión de su padre quien había muerto hace tres años, su madre también murió cuando ella era niña, sin embargo a pesar de que la vida le había enseñado un rostro crudo seguía conservando esa adorable voz. Entro a trabajar en ese negocio para pagarse su vida, un amigo suyo la invitó a colaborar en su sex line, algún día planeaba cambiarse de empleo pero por ahora, este era ideal, solo trabajaba 4 horas 5 veces por semana y ganaba $4,000 libres, no le disgustaba realmente jugar con la mente de los hombres, lo veía como una salida a su ímpetu no satisfecho por no tener una relación desde hace tiempo, no tenía gran suerte con los hombres en su vida normal, su trabajo era la salida a la cotidianidad de su vida.
-¿Y qué quieres que te haga?
Era el momento en que ella contestaba demostrando su sexualidad salvaje y mentirosa, les decía a sus escuchas cuanto le gustaba que la tocaran, que disfrutaran de su cuerpo, que la besaran como uno come una deliciosa fruta. Ella por su parte también disfrutaba de encender la carnalidad de los hombres con su imaginación, les decía como los besaría poco a poco, sujetando su cabello fuertemente en cada caricia hasta que ella decidiese tocarlos por completo, lo cual le encantaba y se los hacía saber, después de esto les pediría que le quitaran ese abrigo que en cada llamada vestía, era experta en acelerarlos para luego preguntar de vuelta:
- ¿Y tú qué quieres que te haga?-

Mario era también estudiante, tenía una personalidad tímida y retraída con las chicas que conocía pues todas ellas buscaban un estereotipo en la belleza física de sus parejas, estereotipo que él no tenía en su apariencia. Estudiaba arquitectura como su padre quien tenía ya más de 70 años, su vida era acomodada sin embargo el era un tipo de gustos sencillos. Su primer y único empleo hasta ahora había sido en el despacho de su padre, quien no le dejaba expresar sus ideas abiertamente limitándolo en todos los proyectos que el proponía, el se sentía comprometido a seguir ahí, al final esto pagaba sus cuentas a pesar de no encontrar una felicidad profesional que lo apasionara y le permitiera expresarse abiertamente. Un día hojeando una revista dirigida al hombre citadino moderno y aspiracional leyó el anuncio de la sex line, el sintió unas ganas incontrolables por llamar a ese número, quería expresar su soledad al menos a una desconocida.

-Enserio quieres que te haga sexo oral, a mí también me dan ganas de hacértelo, pero ya te dije, primero quiero que me desnudes –

El nunca antes había estado con una chica en intimidad, era de estatura mediana y cabello castaño, su timidez lo arrojaba a estar solo hasta que escuchó esta voz que se metía en lo más profundo de él removiendo aquellas pasiones curiosas que despertaban con la fuerza de aquella adolescencia que se escapo de sus manos y se ahogo en la pasividad. Estaba tremendamente excitado y comenzó a tocarse, y la voz de Sandra seguía seduciéndolo sin control haciéndolo suyo en un instante, el acabó rápidamente haciendo evidente su explosión al teléfono, guardo silencio después de esto, no sintió pena alguna, estar lejos de su amante lo hacía sentirla cerca compartiendo esto con él.

-Vuelve a llamarme pronto amor, digita *14 en el menú, contestaré rápidamente, sabes que quiero volver a satisfacerte, recuerda que siempre estaré aquí para ti-

Aquella primera llamada fue para él como el sentimiento que uno experimenta al estar totalmente desnudo frente a alguien por primera vez en su vida, no podía dejar de pensar en ella y en su adorable voz y lo que esta le hacía sentir. El no pudo resistir y volvió a llamar al día siguiente y en el mismo horario, quería escucharle de inmediato, estaba ansioso por hacerlo al escuchar grabación que recitaba la letanía de los cargos por el servicio, oprimió rápidamente el *14 cuando el menú le dio la opción, hubo un tiempo de espera con música de fondo hasta que de nueva vez esa voz le contestó.

-Hola soy Sandra ¿quien está del otro lado?-.

El cayo por un par de segundos para dar un paso importante en su vida, el confesó que era el chico que habló justo ayer con ella, que deseaba escucharle, que no había dejado de pensarla, que le daba un gusto enorme encontrarle ahí de nueva vez, esperando como lo prometió para él.

-Amor, como he de olvidarte si hemos pasado una de las mejores noches de mi vida, eres tan amable y dulce, además eres el tipo de hombre que justo me gusta, tan cortes y tierno, eres todo lo que una mujer busca toda la vida y rara vez encuentra-

Marta había amado solo una vez en su vida, fue tan dolorosa la sensación cuando descubrió que solo jugarón con su corazón y la engañaron, desde entonces había perdido el interés verdadero por los chicos, le daba igual llevar esta soledad sobre su espalda día con día, solo no buscaba salir dañada, no estaba segura si lo soportaría en verdad. Le era muy extraño que un cliente llamara al día siguiente, solo en una ocasión recibió una llamada de un mismo cliente pidiendo por su extensión, era un ebrio el de aquella vez, hoy le contestaba una voz joven y altamente nerviosa, por tal se entregó al teléfono como una virgen que se ofrece al sacrificio, se propuso hacer esta llamada especial y con gran facilidad lo logró, el volvió a terminar rápidamente, y a pesar de que el quería seguir escuchándola ella le pidió continuar en otra ocasión, ahora terminaba su turno y tenía que volver, aunque ella solo corto la platica argumentando que se encontraba cansada y que sería mejor seguir después. Al colgar Mario no pudo dormir, tenía esa voz dentro de su piel, de sus labios, de su sexo, no la podía olvidar.

Al día siguiente Maro se retiro del despacho temprano, llegó a su casa y no podía retirar la mirada del teléfono, volvió a marcar, digitó *14 pero contestó otra voz que de inmediato le pareció repugnante, el solicitó hablar con Sandra, la del 14 dijo firmemente, la mujer en turno le ofreció sus servicios, dijo ser más complaciente que la otra chica, el agitado se negó, la mujer ofendida le pidió llamar en una hora, justo cuando su turno terminaba y empezaba la otra chica.
Y así lo hizó, pasó solo 1 hora y 15 minutos y el volvió a digitar el *14.

-Quería escuchar tu voz Sandra, no he podido olvidarte, ¿como has estado linda?-

Marta se sobresalto, lo que le sucedía a este chico era totalmente inusual, esta vez ella no quiso poseerle, le dio placer al dejarlo desahogarse y escuchar como el le hacía el amor. Las palabras que Mario expresó a Marta no había malicia, solo un gran deseo por ella, esto la incomodó y decidió colgarle, ella también comenzaba a sobresaltarse y prefirió terminar la llamada lo más pronto que pudo.

Al día siguiente el volvió a llamar, justo a la hora que ella comenzaba su turno, esto era demasiado, el solo quería saber de ella.

-En verdad tu voz me parece hermosa, no te conozco pero te has vuelto todo para mí, por favor no me dejes, solo di algo lo que quieras, con lo que sea es suficiente, cuéntame tu día que has hecho hoy, con saber solo eso me harás feliz.-

Ella colgó el teléfono de inmediato y se retiró del lugar, ella hizo lo mismo al cortar con su antiguo amor, le hablaba solo para escucharle a pesar de su traición. Camino a casa ella se sintió nostálgica, también dejaba pasar su juventud en la falsedad de su trabajo, no era ella quien saciaba a sus amantes, era solo su personaje, una farsa inventada por ella para escapar del dolor de ser verdadera.

Mario enloqueció esa noche, siguió llamando a la línea, parecía un loco pidiendo agitado por Sandra, quien no contestó más hasta el día siguiente.

- Tengo que conocerte Sandy, concédeme ese placer, no soy ningún depravado te lo prometo, te he dicho que tengo 24, es verdad, trabajo con mi padre y estoy enamorado de tu voz, solo un café por favor necesito sacarte de mi cabeza, ¿Qué me has hecho?-

Marta no aceptaría esa propuesta, este era solo un trabajo para poder vivir, no era ninguna puta, además sentía terror de que la conocieran en persona, seguía conservando esa figura gordita de niña con cabello corto, no permitiría que la sacaran de este mundo intangible e irreal; sin embargo Mario fue muy insistente y al mismo tiempo tan honesto. Ella sintió ese nerviosismo y esa falta de respiración al escuchar su propuesta, se sintió en verdad atraída por él, acepto sin estar totalmente convencida de hacerlo, su única condición era un encuentro en un lugar público, ante cualquier emergencia ella podría pedir auxilio y estar a salvo.

La cita fue en un parque en la colonia Roma, ella quedo de vestir una pañoleta atigrada y pararse junto a la estatua del David. Los planes de Mario era llegar al menos 30 minutos antes de la cita para reconocerla, sin embargo su padre lo demoró al grado de que llegó 15 minutos tarde al encuentro. Al llegar estacionó su auto y corrió al centro de la plaza, ahí vió a una mujer que justo estaba retirándose del lugar, el grito con desesperación el nombre de Sandra, la chica de la pañoleta se frenó en seco, tenía miedo de voltear al encuentro con él.

Irremediablemente ella giró para verlo a su lado, descubrió a un muchacho joven, probablemente de su misma edad.

- ¿Sandra?-
- No; soy Marta en verdad, tu eres Mario, ¿cierto?

Al escuchar su voz Mario sintió dentro de su cuerpo una sensación tan placentera como si volviese a nacer, la chica del teléfono, no importaba si era Sandra, Sandy o Marta, esa era la voz que lo mantuvo nuevo por una semana, era la misma tonalidad que tenía guardada en su cabeza y no podía sacar aún después de haber colgado, era ella.

La primera impresión que tuvo Marta de Mario fue su inocencia, se sintió confiada, de inmediato se sintió atraída, estaba convencida, hizo bien en asistir.

Fueron a tomar un café que duro horas, nunca hablaron de sexo, solo se descubrieron esa tarde, uno al otro se mostraron verdaderos, no hubo explicaciones innecesarias ni mascaras, solo ellos dos, uno frente al otro en esa primer tarde.

En las mesas de junto se veían mujeres rubias, delgadas y altas, acompañadas de hombres bien vestidos que llegaban al encuentro de ellas al final de su jornada, eran parejas perfectamente diseñadas, modelos de revistas, iconos sociales, toda la gente hablaba de un mundo vano, irreal e inexistente. Marta y Mario hablaron y perdieron la cuenta del tiempo, reían y se entendían, no querían que terminara esa primera tarde frente a frente, estaban reviviendo esta tarde esa parte de inocencia y verdad que pierde uno al pasar de adolecente a adulto.

Y así estuvieron juntos largo tiempo, no volvieron a jugar un papel de fantasía, solo eran ellos, Mario y Marta, dos seres honestos frente a frente, dos seres que se sanaban el uno al otro, dos seres que decidieron reinventar su mundo en línea directa.